El reciclaje es el proceso por el que se recuperan, total o parcialmente, materiales desechados que pueden ser reutilizables. Es la acción de volver a introducir en el ciclo de uso y consumo productos y materiales apartados por ser aparentemente inútiles o en desuso. El reciclaje encierra un componente simbólico importante que el arte contemporáneo ha utilizado desde la segunda década del siglo pasado –los collages cubistas, los objets trouvés de Duchamps, el ready-made dadaísta o el arte conceptual y sus derivados posteriores desde final de la década de 1960. Los objetos recontextualizados, junto a otros objetos, intervenidos o en solitario, se abren a nuevos sentidos ante la mirada del espectador. Es el espectador, desde su discernimiento, quién direcciona el sentido de lo que ve, quién dota y otorga significación a lo visto.
En el arte contemporáneo se reutilizan ideas y lenguajes, prácticas y procesos de trabajo provenientes tanto de otros momentos de la historia como de otros campos creativos y culturales. Vivimos el momento histórico del collage –esa técnica mixta, híbrida, sin definición previa y siempre abierta. En el mundo contemporáneo todo es utilizable y combinable: objetos e ideas. Jamás en la historia de Occidente hemos tenido la disponibilidad de tanta información. Ni la posibilidad de convertirla, reciclarla, en conocimiento. Todo nos llega sin movernos de casa. La pantalla del ordenador conectado a Internet cada vez se parece más al Aleph de Borges: “En su cristal se reflejaba el universo entero”. El aquí y el allá, el ayer y el ahora, lo uno y los otros, concentrados en un punto de la pantalla al alcance de la mano desde el ratón del ordenador.
Las redes sociales en Internet están llenas de imágenes de autores desconocidos o sin firma de autor. Su función es circular, ser vistas y usadas sin más pretensiones. Fotografías, collages, frases con imágenes de fondo. Una colección interminable de jpgs y gifs que aparecen y desaparecen a diario. Apelan a la sensibilidad, el entendimiento y/o valores de cada uno para proponer o representar ideas, señas de identidad, visiones del mundo, posicionamientos ideológicos, chistes u opiniones de quiénes las hacen circular por las redes. Un mundo de creatividad sin firma que está provocando un giro radical a la idea que teníamos sobre lo artístico, la autoría, lo estético y la circulación pública del arte, a la manera en que pensamos el campo de significación de estos conceptos –y su función y uso social. Arte que circula anónimamente para audiencias que lo usan y rehúsan, lo hacen y rehacen, según saben o entienden –o simplemente simpatizan en el sentido más epidérmico y sensible del término. Hay de todo y para todos los gustos. Estas imágenes se pueden ver, leer, usar o rehusar de muchas formas, todo depende del usuario. Puedes hacer un cartel o puedes sonreír, o indignarte al verla, y pasar a la siguiente imagen.
En Internet aparece el mundo, y cada día con mayor densidad. No sólo es su reflejo, es su extensión, es mundo. Las posibilidades para la comunicación social crecen y se multiplican convirtiéndose en un espacio de interacción personal donde somos y hacemos cultura mucho más allá de nuestro entorno vital próximo. Al otro lado de la pantalla se extiende y aproxima el mundo y sus saberes, sólo hay que traspasarla con un clic y apoderarse de ellos en la medida de nuestras necesidades y posibilidades. La información es conocimiento y el conocimiento es vida. El reciclaje devuelve al uso imágenes olvidadas y a veces remueve los cimientos de las certezas más enraizadas. Cualquier producto cultural hay que entenderlo en relación al entramado cultural en el que se produce, ligado a agentes sociales, formas, usos, funciones, significaciones, valores, etc.